Chile se extiende a lo largo de la costa del Pacífico de América del Sur por más de 4.200 kilómetros. El país tiene una forma peculiar ya que a pesar de ser tan largo es a la vez muy estrecho, con solamente una media de 100 kilómetros de ancho.
La ubicación de Chile mantiene al país en cierto aislamiento ya que está separado del resto del continente por cuatro accidentes geográficos muy relevantes. El desierto de Atacama, en el norte, es probablemente el lugar más seco de la tierra ya que ni siquiera todos los años se recogen precipitaciones suficientes para poder cuantificarlas. En el este se encuentra la cordillera de los Andes con una altura media que ronda los 4.000 metros y que en su techo casi alcanza los 7.000. Al oeste el océano Pacífico y al sur los hielos de la Patagonia frente a la Antártida. Estos accidentes geográficos ofrecen muy diversas condiciones para el desarrollo del viñedo por lo que Chile puede considerarse un país único en el mundo del vino.
Dada la forma física de Chile podríamos considerar que las diferencias climáticas debidas a sus más de 4.000 kilómetros de largo serían muy importantes y es totalmente cierto. El país se extiende desde los 17° hasta los 54° de latitud, lo que implica muy diversas condiciones climáticas desde casi el Ecuador hasta casi la Antártida.
Además de lo anterior las influencias climáticas debidas a la longitud son tan importantes o más para el viñedo chileno, como veremos más adelante. Chile cuenta con cuatro macroformas geográficas longitudinales del relieve muy influyentes. Las planicies litorales; la cadena de montañas próxima al litoral conocida como Cordillera de la Costa; la depresión intermedia que cruza longitudinalmente el país, donde se encuentran los valles y la planicie, ubicada entre esta cordillera y las estribaciones de los Andes y finalmente los Andes con sus impresionantes montañas.
Chile, gracias a este accidentado y peculiar relieve, tiene más diversidad de suelos y climas de este a oeste que de norte a sur. El clima presenta en general característica de tipo mediterráneo, es seco y con temperaturas cálidas. Marcado por la baja humedad atmosférica y la amplia variación térmica día-noche lo más relevante es la elevada radiación solar. Estos factores son de especial importancia para el viñedo ya que su combinación favorecerá unos largos periodos de maduración, con la consiguiente elevación de la calidad de las uvas.
La fría corriente de Humboldt que recorre el océano Pacífico, procedente de la Antártida, es para la viticultura la principal influencia climática en Chile ya que refresca los viñedos con el aire que llega desde el litoral hasta el interior. Aunque las montañas de la Cordillera de la Costa puedan actuar como barrera, la combinación de la corriente oceánica y el ascenso del aire caliente generado en el interior de los valles empuja el frío aire marítimo a través de los ríos hacia el interior, en ocasiones en forma de niebla.
La fuerte influencia de la corriente de Humboldt en la temperatura del aire sobre el mar conlleva que durante el día frescas brisas marinas soplen desde el litoral hacia el interior, llenando el vacío dejado en el valle por el aire cálido que asciende desde el este. Por las noches el aire frío que desciende de las montañas hace que los vientos frescos soplen a la inversa. Estas condiciones favorecen una larga temporada de crecimiento que permite desarrollar aromas complejos a la vez que se mantiene la acidez en las uvas. Aunque el régimen de precipitaciones en Chile sea en general muy bajo, este aire frío y húmedo que penetra desde el mar ayuda a hidratar los viñedos. En la agricultura chilena el regadío, procedente principalmente de ríos alimentados por el deshielo, es imprescindible porque las precipitaciones son escasas. El tradicional riego por inundación se está sustituyendo por el riego por goteo, mucho más eficiente y controlable.
La mayoría del vino que se produce en el país viene de los viñedos históricos al sur de la capital Santiago pero se puede encontrar viñedos en muchas otras zonas geográficas, desde el norte hasta el sur. Históricamente la viticultura empezó en los más fértiles valles centrales pero en las últimas décadas se ha trasladado a nuevos valles situados cerca de la costa y a las laderas de las primeras estribaciones de los Andes, en ambos casos en busca de localizaciones más frescas y con suelos más pobres, más adecuadas para ciertas variedades. Los valles transversales permiten ubicar diferentes variedades de uva en diferentes suelos con diferencias climáticas marcadas en función de que estén plantados más al oeste, cerca de la influencia marina, o más al este, bajo la influencia del frío aire de las montañas.
En los últimos años se aprecia un creciente interés en una viticultura de precisión que intenta diseñar los viñedos en las mejores ubicaciones posibles para cada variedad específica. Históricamente la variedad de uva más plantada en Chile era la criolla País pero en la actualidad Cabernet Sauvignon, Merlot, Carmenère y Syrah dominan entre las tintas mientras que Sauvignon Blanc y Chardonnay lo hacen entre las blancas. La superficie del viñedo está repartida entre un 74% ocupado por las variedades tintas y un 26% por las variedades blancas.
Este artículo continúa en Chile: Regiones del Vino.
3 comentarios
Me he tragado tus artículos! Escribes de forma muy clara y pedagógica. Felicitaciones desde Chile por tu excelente trabajo.
Excelente entrega de info.!
Me gustaria saber mas de vinos
Gracias
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